miércoles, noviembre 7

Chau, Júpiter (y gracias)

Hoy se termina un año terrible y hermoso al mismo tiempo. En estos últimos doce meses viví tantas cosas que parece como si hubiera pasado una vida entera. Creo que, honestamente, nunca olvidaré mis 24; amé mucho, como nunca, como no sabía que podía, pero también lloré mucho, me caí mucho, subí hasta lo más alto y me caí de ahí mismito hasta lo más hondo. Conocí mucha gente maravillosa y también dejé atrás gente que no lo era tanto. Aprendí a decir que no, a alejarme de lo que me hace daño, a amar genuinamente, desde el alma y no desde lo superficial. Aprendí a perdonar, o a empezar a hacerlo, y entendí en profundidad que la mayoría de las veces cuando alguien te hace daño no lo hace a propósito, porque quiera hacerte algo malo, sino porque las circunstancias de la vida hacen que una esté ahí, en el momento y lugar equivocado, para recibir ese daño colateral. Aprendí que no tengo por qué actuar de cierta forma si realmente no lo siento, que no tengo que hacer lo que se supone que debería hacer en determinadas situaciones si no es lo que de verdad quiero hacer -que si quiero seguir adelante y no actuar desde el odio, puedo hacerlo, y nadie me lo impedirá. Aprendí que sí existe alguien más como yo, con mi forma de ver las relaciones, la familia, la vida, con mi forma de racionalizar el mundo, y que si existe uno existirán más. Aprendí que a veces la vida es injusta, que a veces una hace todo bien y aún así las cosas salen mal, pero que eso no disminuye mi valor y no me hace menos digna de las cosas buenas. Eso, sobre todo, eso mismo: aprendí que sí soy digna de ser amada, de que me pasen cosas buenas, de que me vaya bien en el trabajo. Ay, qué no aprendí, y sé que seguiré aprendiendo cada día de mi vida. Éste fue un año intenso en el que fui inmensamente feliz y también inmensamente desdichada. Lloré con todo el dolor de mi alma, a veces, pero también me reí de verdad, y me entregué de verdad a alguien más, cuando pensaba que ya no podría hacerlo de nuevo. Sé que todo lo que viví este año quedará grabadísimo en mí. No soy la misma persona que cumplió 24 el año pasado, ni un poco. He dejado atrás tantas, tantas cosas, y he recibido tantísimo más, que ahora me hallo de pie, a mis 25, frente a un camino lleno de incertidumbres que me llenan de emoción. No sé qué es lo que pasará en este año sagitariano, pero tengo la sensación de que será hermoso y extraño a la vez.

No hay comentarios: