miércoles, mayo 30

Sobre las conexiones

Últimamente he pensado mucho en los vínculos que vamos tejiendo con las personas que conocemos a lo largo de nuestras vidas. He conocido mucha gente y he creado muchos vínculos, pero son solo unos pocos los que podría llamar conexiones. Creo que la primera vez que sentí que conectaba con alguien fue cuando tenía alrededor de quince años, hace ya casi diez años atrás. Nunca me había sentido tan comprendida en mi vida; podíamos leernos la mente la una a la otra, decirnos exactamente lo que necesitábamos escuchar, y, a veces, mirarla a ella era como mirarse en un espejo. Éramos tan parecidas en lo interno, que en el exterior éramos completamente opuestas. La vida nos separó inevitablemente, por las buenas y por las malas, pero siempre recuerdo esa conexión tan fuerte que marcó mi forma de relacionarme con las personas y de ver el mundo. Esa relación vive en una realidad paralela donde el tiempo no pasa, y donde seguimos aprendiendo mutuamente. Allí puedo volver cada vez que quiero, cada vez que lo recuerdo y tengo ganas de volver un poco sobre mi yo adolescente y mirara desde sus ojos inocente las cosas que me pasan ahora.

Hace unos días me di cuenta que por primera vez en mucho tiempo había conocido a alguien con quien realmente estaba conectando. Cuando nos encontramos de verdad, sentí como si nos conociéramos hace muchísimo tiempo, como si, aunque mis pasos me hubieran llevado allí solo ahora, siempre hubiera estado caminando a su lado, o enfrente de él. Podía saber lo que estaba pensando o sintiendo sin tener que preguntárselo, y muchas veces, casi siempre, podíamos entendernos sin palabras, sin siquiera tener que completar las oraciones del otro, porque sencillamente sabíamos lo que el otro pensaba o quería o sentía. Me sentía tranquila, como hace mucho tiempo no me sentía, y podía descansar sabiendo que esa conexión nos llevaría a algo maravilloso. Después pasó algo, no importa qué. Me vi forzada a alejarme sin yo poder hacer nada. Es por eso que ahora me pregunto: ¿qué pasa con esas conexiones tan espontáneas, tan mágicas e inesperadas, cuando se cortan de un momento a otro? ¿En qué universo paralelo viven? ¿Se detiene el tiempo en otra realidad, y seguimos existiendo allí, en lo infinito de ese momento en una noche de abril? ¿Cómo puedo saber que esta es la decisión correcta? ¿Vale la pena luchar por este tipo de conexiones? He visto tantos vínculos perderse en el camino, que me invade una pena inmensa pensar que éste se disolverá por inclemencias de la vida. En este momento, en esta tarde de casi Junio, lo único que pido es una señal, una pregunta que hace mucho no sabía cómo responder: ¿qué es lo que debo hacer ahora?

No hay comentarios: