domingo, mayo 27

Esta vez no diré nada. Me quedaré callada, en silencio, como cada vez que alguien ha tomado una decisión por mi sin yo poder hacer nada, sin tener nada en mis manos que me permita defenderme, evitar la catástrofe, o al menos cerrar los ojos ante el impacto para no ver. Este corazón pequeño y blando no quiere seguir defendiéndose ante las inclemencias del destino, sólo quiere estar, sentir, y no tener que blindarse cada vez que eso pasa. Abro los brazos para sentir y dejarme caer en el sentir, pero cada vez que eso pasa no hay nada allí recibiéndome al caer. Ya no quiero seguir cayendo. Ya es tiempo de reposar en la calidez de unas sábanas familiares y dejarme descansar por todo el invierno. No quiero más guerras ni batallas. Soy fuerte, pero ya no quiero más. Solo quería ser feliz por más de un ratito, sin salir herida, solo una vez, de una vez por todas. Ahora ya no puedo respirar, de nuevo, y todo se cae encima una vez más, como hace un año. Mira donde hemos llegado. Estoy orgullosa, pero ya no quiero seguir luchando. Si ésta es la prueba entonces sí, lo acepto, lo afirmo: esto es lo que quiero; estar allí, quedarme, pasar el invierno en un cuarto oscuro con cortinas gruesas. Nunca había estado tan segura de algo en toda mi vida. No tengo fuerzas para hacer profecías, solo puedo decir esto: esto es lo que quiero, lo merezco, lo decreto, lo digo fuerte, con las últimas notas que pueden salir de mi garganta.

No hay comentarios: