viernes, septiembre 22

#63 Léonel

Leónel está en las nubes, no en el cielo. Nos observa como Peter Pan observa a los piratas planear su venganza. Son nubes esponjosas, rosadas, y cuando se mueve de una a otra parece como si flotara. Es un ángel, y a veces creo que siempre lo fue. Lo recuerdo mirando sus manos como si de ellas surgiera la magia más poderosa de todas. Lo recuerdo escondido entre la maleza a un lado de la carretera, preguntándose por la vida de los insectos y el destino de sus libros robados, pero nunca por el mañana. Lo recuerdo mirando a la cámara con una sonrisa medio desvanecida, medio forzada, medio oculta bajo sus ojos de niño bueno, o de niño simplemente, de niño que nunca logró acomodarse en su cuerpo de adulto. Siempre medio, como si le faltara algo, como si estuviera buscando las alas que perdió al aterrizar en la Tierra por accidente -porque de seguro no era su destino. Creo que llegó aquí equivocándose de camino, doblando a la izquierda cuando debía ir a la derecha, y cuando aterrizó ya era demasiado tarde para volver atrás. No era de este mundo, siempre lo supimos. Por eso tiene tanto sentido que se haya ido luego, antes de los veinte, antes de sucumbir ante las presiones del resto, de los padres, los amigos, los jefes, las parejas. Pero tal vez si se hubiera quedado un poco más podría haber ayudado a muchos con su luz. Y ahora que no está, solo puedo pensar que su ausencia es una luz menos, justo cuando estamos a oscuras. Pero está aquí, conmigo, aunque nunca lo conocí, y en cada flujo de energía y vida solar.

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