miércoles, septiembre 20
#62
Sigo teniendo ese sueño. Voy en el asiento de copiloto de un auto, en una carretera que bordea la costa por un lado y rodea un montón de cerros por el otro. Lo único que veo ante mí es la carretera eterna, el auto que nunca alcanza el horizonte, la línea amarilla en el medio, y uno que otro auto en dirección contraria. A mi lado va un hombre joven, tal vez un par de años mayor que yo, pero no sé quién es. No alcanzo a reconocer nada más que su pelo, negro y liso, y una polera blanca que se mueve con el viento que entra por las ventanillas medio abiertas. Casi toca el techo del auto, por lo que supongo que debe ser alto, o tal vez el techo es bajo, no lo sé. Puedo escuchar una canción en inglés de fondo, tal vez los Arctic Monkeys o algo así. Se escucha bajito, como música ambiental, porque él va hablando de algo -no sé qué- mientras sujeta el volante con una mano y con la otra sigue el ritmo de la canción con sus dedos sobre su pierna derecha. Yo lo escucho con atención mientras sonrío al sentir el viento desordenando mi pelo y el aroma del mar llenando mis pulmones. Me siento infinita. Parece como si no hubiera nada más en el mundo que ese momento, en la carretera junto al mar y con esa música de fondo, con el al volante y conmigo al lado, escuchando, sintiendo. No sé dónde vamos, ni sé dónde estamos, pero en el sueño no me importa, y ahora, recordando, tampoco. Hay algo en esa escena que me resulta familiar, como si hubiera ocurrido ya, o como si fuera a ocurrir en algún momento. Supongo que si pasa lo sabré cuando esté allí, y recordaré ese sueño que tuve durante tanto tiempo, y el auto, la canción, el mar, él y yo.
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