miércoles, septiembre 20

#61 Cristóbal

Él sonríe con los ojos, como si quisiera mostrarte con todas sus fuerzas que su felicidad es verdadera, que realmente está sonriendo de corazón. Quiere que le creas, que te contagies con su risa, que al mirar las arrugas que se amontonan en las esquinas de sus ojos quieras reír también, sonreirle al mundo aunque todo este yendo mal. A veces parece que ese gesto fuera solo eso, un gesto, una mueca impresa en su rostro para hacerte creer que está feliz cuando en realidad no lo está. Toda esa felicidad  hecha sonrisa no es otra cosa que la calma antes de la tormenta, aunque le moleste ese cliché. Su tranquilidad es pasajera, y se aferra con fuerza a las arruguitas de los ojos cada vez que te mira -para no dejarse caer en la oscuridad que se asoma en el centro de su corazón, esa misma que le incita a depositar en todos los demás lo que sea que los haga feliz, sin importar que él no lo sea. Nunca lo vi así hasta que busqué en mis recuerdos, y me di cuenta que siempre estaba sonriendo, mirándome como desde otro lado, como si se hubiera dibujado esa mueca antes de subirse al auto y enfrentarse al mundo. Ahora creo que junto a la ropa se pone esa sonrisa y luego se la saca antes de dormir.

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