Qué bonito que el cuerpo se sienta cansado pero una no tenga ganas de quejarse ni rezongar, sino más bien de lanzarse a la cama y dormirse con la satisfacción de haber logrado muchas cosas en un solo día. Mover el cuerpo, alimentarlo, entregarle nuevos conocimientos, nutrirlo con nuevas relaciones, ejercitar su capacidad de relacionarse con otros; construir, en fin, un vínculo activo entre el cuerpo y el espíritu, entre la tierra y el cielo, lo concreto y lo etéreo. Sentir que estás, que estás aquí, que estás bailando, que estás haciendo algo que nunca pensaste hacer, que estás relacionándote con gente que hasta ayer no conocías, que estás permitiéndote 'hacer el ridículo' solo para descubrir que en realidad no te sientes para nada ridícula. Dejarse ser, dejarse fluir, dejarse caminar por donde sea que te lleve este camino porque seguiremos en la carretera sin importar hacia dónde vaya, sin importar si llueve, sin importar si caen granizos o si el sol quema como mil demonios. Seguiremos el camino que iniciamos hace tantos años atrás, consciente ahora de haber cerrado un ciclo que continuó por diez inviernos y que ya caducó, ya no da para más porque yo misma no daba para más. Seguiremos caminando o en auto o en bicicleta o volando, más bien volando, la única forma que conocemos, la única forma que aceptamos a estas alturas.
Qué bonito saber que me tengo, a pesar de todo. Que cada vez que pensé que no podía en realidad lo estaba haciendo, lo estaba logrando. Qué bonito poder mirar hacia adelante y saber que se viene lo mejor, que lo mejor está por venir. Las ciudades, las personas, las compañías, las películas, los libros, los escritos, los amores, todo eso está allí, esperando a ser develado, y aquí estoy yo, caminando hacia ello, lentamente a veces, directamente otras veces. Qué bonito ser en este momento. Qué bonito poder volar y caminar al mismo tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario