miércoles, octubre 11
#83
"Una vez le dije a mi mamá que me iba a casar con Carlos. Me estaba haciendo preguntas sobre mi relación con él, y le dije que nada, pero que nos íbamos a casar en diez años más. Tenía dieciocho años y pensaba que una promesa adolescente y un par de listas en una libreta de Balmaceda ArteJoven eran suficientes para hacer oficial la idea de pasar el resto de mi vida con alguien. Durante un tiempo creí ciegamente en esa idea, y decidí enterrar todo lo que sentía en un cofre de madera dentro de mi corazón, con la certeza de que eventualmente llegaría el momento perfecto para poder sacarlo a la luz una vez más, y empezar mi camino de felicidad junto a él. A veces aún recuerdo el día en que prometimos eso, y ahora no puedo hacer otra cosa que reírme por la ingenuidad de esos tiempos, por creer que algo podría sobrevivir ciudades y personas y lugares nuevos. La verdad es que al poco tiempo comprendí que casarme con él sería un desperdicio de vida. En algún momento visualicé mi futuro y entendí que sería horrible de esa manera. Ahora sé que obviamente es mejor sin él, y ni siquiera sé si a los veintiocho estaré casada, aunque seguramente no lo esté -definitivamente con Carlos no. Ya no importa. Solo recuerdo que mi mamá me miró como si estuviera hablando estupideces, y ahora entiendo por qué lo hizo. Pensar en esto hoy me ha hecho notar cuánto te puede cambiar la vida y cómo es que los ciclos se van cerrando naturalmente, sin forzar nada. También pienso en otras promesas perdidas mucho más recientes, pero esa es otra historia"
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