miércoles, septiembre 13
#55
Siento en mis recuerdos un encuentro que no se ha producido en esta realidad. Veo unos ojos profundos, como los mares que observaba en mi adolescencia, y una sonrisa espontánea acompañada de un saludo un medio confundido. No sé dónde pasó, ni cuándo. Sólo sé que en la realidad de al lado, esa que va unos años más adelante que este tiempo de septiembre, ya ocurrió, y ha cambiado algo en mí y en mi manera de situarme en el mundo, en mi modo de estar, en mi forma de sentir las cosas; ha cambiado mi sonrisa, la disposición de mi cuerpo, la proyección de mi voz. Siento una vibración simultánea y recíproca que por primera vez se siente natural. Solo es, y está allí, y su energía llega hacia mí como si eso fuera precisamente lo que debe hacer. Sé que ese encuentro llegará a manifestarse en esta realidad en algún momento, cuando esté lista, cuando haya avanzado mucho más en este proceso, cuando haya dejado atrás cada uno de los hilos que aún me ligan a lo que tanto me cuesta soltar. Sé que esa presencia está allí afuera, esperando pacientemente el momento adecuado, aguardando a que ocurra la sincronía más grande; estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande.
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