martes, agosto 22

#35 Viajar

Siempre es curioso volver a un lugar después de un viaje prolongado. Parece que todo estuviera igual que siempre, pero se percibe una atmósfera distinta, un pequeño cambio, algo diferente en la cotidianidad del hogar extrañado. Abrir la puerta y ver las cortinas cerradas, la cocina limpia, los tazones guardados y la cama bien hecha, y saber que, sin embargo, hay algo distinto. Salir a recorrer el barrio y sentir que hay algo más en la gente que se cruza en mi camino, aunque tal vez solo sea el aire pesado del smog tan distinto al aire fresco de la costa. La única diferencia puntual que observé hoy fue el graffiti del metro, que había cambiado, y una nueva pared que encontraron para pegar miles de afiches promocionales de conciertos y espectáculos -todo lo demás sigue igual. En realidad, la que cambió soy yo, y eso rebota en todo lo que me rodea, como un aura, un halo de energía que se proyecta desde mi cuerpo y choca en las paredes. Lo siento en lo ajeno que me parece el aroma de mi pieza. Lo siento en lo ajena que me siento frente al espejo. Lo siento en la primera reacción que tuve al abrir la puerta, esa sensación de dejarse caer y renunciar a todo -esa ya no soy yo. Debo cambiar los olores, las disposiciones, los espejos, las ropas, las cosas, las decoraciones. He de cambiarlo todo, tal como cambié yo. Los tiempos me acompañan y ahora es cuando. Ya no pedir perdón ni permiso ni disculpas. Escribir el guión de la viajera que vuelve a su hogar y en lugar de lamentarse por no sentirse a gusto, reordena y resignifica su nido para que se adapte a la que llega. Algo así como el paso del retorno.

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