Se sentó en el borde del murallón, con los pies colgando a unos tres metros de la arena. Sus manos, congeladas, temblaban descontroladamente una sobre otra. El viento costero hacía que sus ojos ardieran y le arrancaba lágrimas agridulces que no sabía ya si eran realmente producto del viento o de todo lo que comenzaba a explotar dentro suyo, todo eso que había guardado minuciosamente durante meses y que ahora, en contra de su voluntad, comenzaba a escapársele de las manos estrepitosamente, mientras ella, en un vano intento de mantenerlo todo 'en su lugar', lanzaba gritos desesperados que nadie más que ella misma podía oír y que, por más que se dijera lo contrario, no servían de nada para ocultar las cosas que su alma parecía querer sacar a relucir en todo su esplendor. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que había llegado allí. De un momento a otro sus movimientos habían pasado a ser extremadamente lentos y el atardecer se había transformado en noche -más por la mera intención de burlarse de ella y su queja ante el paso del tiempo que por aferrarse a la realidad de lo efímero del crepúsculo-, en una extraña contradicción que acentuaba el carácter transitorio de su propio ser en ese inmenso universo condicionado por el tiempo. Escuchó una voz lejana -o quizás cercana-, alguien o algo que intentaba decirle quién sabe qué. Sintió que tocaban su hombro.
-¿Te encuentras bien?
-¿Te conozco?
-Curiosa respuesta a la preocupación de un desconocido, ¿no crees?
Ella observó al sujeto con ojos entrecerrados, preguntándose de dónde diablos había salido. Le parecía haberlo visto en algún otro lado -¿colegio, quizás?-, pero probablemente esa lejana familiaridad era más parte de su imaginación más que de su realidad, pues, realmente, si lo hubiese visto alguna vez, con anterioridad, estaba completamente segura que podría recordar ese porte aristocrático y la sonrisa torcida de persona extremadamente amable/sociable que no tiene mayores reparos en entablar una conversación con cualquiera esté a su alrededor.
-No, no me conoces -añadió él, al ver que ella no diría nada.
La chica se apartó el cabello de la cara para observarlo con mayor detención e hizo amago de ponerse de pie para irse a un lugar tranquilo donde no existiera ningún extraño que la molestara con preguntas de esa naturaleza, pero él, contrario a cualquier cosa que ella pudo haber imaginado en una situación como aquella, se atrevió a sentarse a su lado y a preguntarle, como si se conociesen de toda la vida y hablar en un lugar así con una persona que jamás había visto en su vida fuese lo más normal del mundo, por qué estaba allí. Ella arqueó las cejas, sorprendida, y pasó ambas manos por el pelo, solo para notar, extrañada, que éstas habían dejado de temblar. Él simplemente la miraba expectante, por lo que la chica pudo comprender, sin dejar de sorprenderse dentro de su falta de expresión, que él no se iría de allí hasta obtener alguna respuesta.
1 comentario:
ola, se que no me conoces pero e seguido tu ultima historia sobre el personaje de sirius black en potterfics y me preguntaba si pensabas continuarla, espero k asi sea ya k es un gran historia, escribes de maravilla. se que pensaras que quiza soy alguna especie de friki o algo por el estilo pero no tienes xk temerme, simplemente soy alguien k admira tu trabajo.
mi mas cordial saludo, tu sincero admirador, Canuto :)
Publicar un comentario